Estudios demuestran estancamiento en el manejo de este idioma: Experto propone mayores exigencias a profesores que enseñan inglés

12 junio, 2017

El académico de la carrera de Pedagogía en Inglés de la Universidad de Santiago de Chile, Manuel Santibáñez, sostiene que los programas de educación superior en esta lengua deben establecer, como regla general, que sus profesores acrediten un nivel de manejo del idioma equivalente al de un nativo.

El puntaje promedio de los chilenos en pruebas de diagnóstico aplicadas por la empresa Education First –de enseñanza en idiomas para estudiar en el extranjero-, da cuenta que el Índice de Dominio del Inglés (EPI), se sitúa en el puesto 42 entre 72 naciones. Por su parte, el Banco Interamericano de Desarrollo señaló en 2012 que solo un 2% de la población nacional hablaba inglés fluido. Los malos resultados aumentan al revisar los datos de la prueba estandarizada Test of English as a foreign language (TOEFL) –habilitante para postular a trabajos o universidades fuera del país-donde el puntaje de los chilenos llegó a 80 en 2016, dos puntos menos que en 2010.

Para el académico de la carrera de Pedagogía en Inglés de la Universidad de Santiago de Chile, Manuel Santibáñez, todos estos indicadores revelan que existe un nivel de estancamiento en el manejo de este idioma por parte del chileno medio que, por  diversas razones, debe demostrar un nivel de competencia en el manejo de esta  lengua.

A su juicio, el principal problema se encuentra en la formación inicial docente de los profesores de inglés. “Si el Ministerio de Educación exige que los estudiantes que egresan de Pedagogía en Inglés tengan un nivel C1, que es inglés avanzado, lo mínimo que debieran acreditar los profesores a  cargo de este  tipo de  carreras  y formación en las universidades, es un nivel C2”, sostiene.

El supervisor y coordinador de prácticas pedagógicas de la Carrera de Pedagogía  en Inglés de la U. de Santiago, se refiere a los niveles establecidos por el Marco Común Europeo de Referencia para las Lenguas: Aprendizaje, Enseñanza, Evaluación (MCER, o CEFR en inglés). Mientras C1 acredita un dominio eficaz en las cuatro habilidades fundamentales (lectura, escritura, habla y enseñanza), el C2 es el máximo y comprueba un nivel de maestría en el manejo del idioma, equivalente al de un nativo.

Santibáñez señala que las universidades son autónomas en cuanto a las  exigencias de  sus  profesores. “En nuestra universidad se exige el mencionado nivel C2, además de experiencia y posgrados, más una clase pública que es evaluada por una comisión. No puedo asegurar que esta sea una práctica común de todas las universidades; al menos en las estatales y públicas debiera ser así”, advierte.

Malos profesores, malos  alumnos
El académico sostiene que al soslayar el  requisito del más alto nivel de competencia para los académicos que forman docentes, los egresados terminan reproduciendo una mala enseñanza del idioma en los colegios. Al respecto, indica que, en general, ni siquiera son capaces de dictar sus clases en inglés, sino que enseñan a  sus  educandos esta  lengua en español, lo que es un grave error.

El experto destaca los esfuerzos del Estado que, en 2004, impulsa el ‘Programa Inglés Abre Puertas’ , a través del Mineduc, con el fin de “mejorar el nivel de inglés que aprenden los(as) estudiantes de 5° año básico a 4° año medio, a través de la definición de estándares nacionales para el aprendizaje del inglés, de una estrategia de desarrollo profesional docente y del apoyo a los(as) profesores(as) de inglés en las salas de clases”, según establece el Decreto 81.

Sin embargo y a raíz  de  su experiencia  como supervisor y coordinador  de prácticas pedagógicas, el profesor Santibáñez lamenta que luego de recibir esta capacitación, los docentes vuelvan a replicar “las mismas metodologías de antaño que, seguramente, les enseñaron sus propios profesores en secundaria”.

Alto número de estudiantes

Por otra parte, el académico indica que es imposible tener  éxito en los procesos de enseñanza-aprendizaje de cualquier lengua extranjera, en particular, inglés, con un aula repleta de más de 30 o 40 alumnos y sin las condiciones adecuadas, como es el caso de la realidad de los  establecimientos  fiscales y subvencionados. El ideal, a  su juicio, es contar con grupos de no más de 20 alumnos.

Otro factor que repercute en el adecuado aprendizaje  es que los estudiantes “no perciben un beneficio  concreto al aprender la lengua”, puesto que, por  ejemplo, dan más importancia a los contenidos de las asignaturas que se evalúan en la PSU y que, por eso, ven al inglés solo como un ramo más del currículo. Para subsanar esta desmotivación,  sugiere que el idioma también se incorpore en la enseñanza de otros ramos, lo que solo ocurre en colegios bilingües.

En síntesis, el académico concluye que “si bien ha habido avances, creo que se puede hacer mucho más para lograr, en algún momento, que la  gran mayoría de los  estudiantes chilenos terminen la secundaria siendo capaces, por lo menos, de comunicarse a un nivel intermedio”. De lo contrario, advierte, seguirá repitiéndose esta situación que repercute negativamente, también, en el ámbito laboral, donde las empresas están cada vez más abiertas al mundo.

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