Científico chileno es premiado en Estados Unidos por su legado en la educación e investigación subantártica

16 abril, 2019

El académico ha sido uno de los impulsores de la creación de la Reserva de la Biosfera más austral del mundo y del futuro Centro Subantártico Cabo de Hornos, que será inaugurado en la COP25.

Algunos lo califican como un filósofo de la naturaleza o como un líder científico del Chile austral. Puede verse en múltiples facetas, ya sea haciendo clases en la universidad, explorando los bosques en miniatura de Cabo de Hornos, o publicando libros sobre ética biocultural, las aves que habitan los parajes subantárticos y su importancia para los pueblos originarios y las ciencias contemporáneas.

Nos referimos a Ricardo Rozzi, biólogo y filósofo que fue galardonado por la prestigiosa Sociedad Ecológica de América (ESA, por sus siglas en inglés), con el premio Eugene P. Odum por la Excelencia en Educación en Ecología 2019, convirtiéndose en el primer chileno en recibir este reconocimiento de parte de la organización estadounidense, la cual reúne a más de 10 mil investigadores de más de 90 países.

“Desde Chile proponemos ideas originales que tienen aplicación planetaria. Es la primera vez que esta distinción se otorga a un ecólogo que no sea ciudadano del hemisferio norte. En este sentido, es un gran honor y, al mismo tiempo, un estímulo para continuar los diálogos y colaboraciones inter-culturales e inter-hemisféricas en pro de la defensa de la vida, tanto su diversidad biológica como cultural”, expresó Rozzi, quien actualmente es director del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB).

Rozzi es doctor en Ecología y magíster en Filosofía. Aparte de dirigir al IEB, se desempeña como profesor titular de las universidades de Magallanes (UMAG) y North Texas (UNT, Estados Unidos), además de liderar la construcción del Centro Subantártico Cabo de Hornos, en Puerto Wiliams, junto a las instituciones previamente mencionadas y la Pontificia Universidad Católica de Chile (UC).

El Centro Subantártico, que se emplazará en la Región de Magallanes y Antártica Chilena, será presentado durante la próxima COP25 como un espacio de relevancia mundial para la investigación científica y socio-ecológica de largo plazo, donde se monitorearán los efectos del cambio climático y global.

Asimismo, como centro científico de la Reserva de la Biosfera Cabo de Hornos, promoverá la educación, el turismo y la economía sustentable basada en especies subantárticas nativas.

 

Un modelo desde el fin del mundo

La región subantártica de Chile posee las últimas áreas prístinas del planeta, albergando una gran diversidad de ecosistemas terrestres y marinos intactos o poco impactados.

Por otro lado, en la zona subantártica conviven pueblos originarios huilliche, kawésqar y yagán, quienes poseen un refinado conocimiento ecológico, junto a nuevos grupos socio-culturales como chilotes, colonos, funcionarios públicos y familias navales.

Por ello la región subantártica del sur de Chile ha sido denominada como un “laboratorio natural y social” para generar su propio modelo de desarrollo, ceñido a su rica identidad cultural y patrimonio natural.

De esta manera, la combinación de la biología y filosofía, promovida por Rozzi desde los años 90, se enfoca en el vínculo entre el bienestar humano y el resguardo de la diversidad cultural y biológica (biodiversidad), dando origen a los términos “conservación y ética biocultural”.

“Chile posee laboratorios naturales únicos a nivel planetario que pueden contribuir a mitigar y adaptarnos al cambio climático, y más ampliamente al cambio socioambiental global. La clave está en integrar las dimensiones culturales y biológicas en la educación y toma de decisiones. La distinción de la Sociedad Ecológica de América nos alienta a proyectar esta innovación desde el sur.”

En los últimos 20 años, su trabajo se ha concentrado en la ecorregión subantártica de Magallanes, donde ha dirigido, junto a los actores y comunidades locales, proyectos como el Programa de Conservación Biocultural Subantártica y el Parque Etnobotánico Omora, un jardín botánico y área protegida dedicado a la conservación y educación.

Posteriormente, Rozzi lideró en 2001 la propuesta para crear la Reserva de la Biosfera Cabo de Hornos, la más austral del mundo, junto a un amplio grupo de investigadores de la UMAG, IEB y otros centros de investigación nacionales e internacionales, además de autoridades, educadores y ciudadanos, logrando el objetivo en 2005 cuando la Unesco estableció esta área protegida que resguarda casi 5 millones de hectáreas de ecosistemas terrestres y marinos.

A esto se suma la contribución del investigador al diseño de nuevos cursos, planes de estudio y enfoques metodológicos como la denominada “filosofía ambiental de campo”, con el fin de motivar la reflexión ética sobre el mundo natural, el idioma y la cultura.

“Es fundamental incorporar las distintas formas de saber, tanto de los pueblos originarios como de tradiciones occidentales que han quedado minimizadas en la educación. Las humanidades y las artes cumplen un papel tan importante como las ciencias y la economía para comprender y asumir los desafíos que nos plantea hoy el Antropoceno”, asegura en académico.

De esta manera, la filosofía ambiental de campo ha servido de inspiración para otro tipo de actividades, como elturismo en Magallanes, derivando en el “ecoturismo con lupa” que, actualmente, se implementa no solo en Cabo de Hornos, sino también en otros lugares de América Latina, Estados Unidos y Europa.

Por último, esta metodología también ha sido decisiva para proyectos de educación preescolar como el Club Explorines, desarrollado por el programa Explora de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (CONICYT), y para la creación del primer posgrado en la Patagonia en el año 2002, que ha capacitado a decenas de investigadores para utilizar estos enfoques en la conservación.

En la misma línea, Rozzi ha colaborado, con numerosos actores e instituciones, en otras iniciativas como la creación del parque marino Islas Diego Ramírez – Paso Drake, que protegerá más 14 millones de hectáreas de ecosistemas subantárticos marinos y el archipiélago más austral de América.

Para esta gran tarea, la asociación entre centros científicos como el IEB y universidades como UMAG, UC y UNT, forja un modelo de colaboración ejemplar desde el sur del planeta.

“Ad portas de la COP25 tenemos una oportunidad única como país de dar una señal al mundo de que, tal como en la medicina es mejor prevenir que curar, para la sustentabilidad de la vida planetaria es mejor conservar la diversidad biocultural que restaurarla”, concluye.

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