«El Gol de Lucila» las historias de fútbol de Vicente Vásquez

4 octubre, 2019

El alzhéimer borra la memoria, pero no la pasión por el fútbol ni las emociones, según algunos científicos y es que el llamado deporte rey  ha marcado nuestras vidas incluso hasta el menos fanático lo reconoce y el recuerdo demasiado cliché del penal de Caszely en el Mundial del “82, no cambiaba mucho lo que vendría después si el balón hubiese entrado, pero lo concreto, es que ese hecho marcó nuestra adolescencia, entonces el gustito por todo lo que  tenga sabor a fútbol se nos cuela por la piel, todavía me gusta ver “Fuga a la Victoria” de 1981  y nuestra querida “Historias de fútbol” de 1997 dirigida por Andrés Wood, por tanto, leer “El Gol de Lucila” –Historia y Crónicas de fútbol- del debutante en el mundo de las letras y futuro periodista, Vicente Vásquez (ediciones Subterra nis) te vuelve a sumergir en ese mundo único de los estadios, los hinchas, las pichangas de barrio, los equipos de segunda, las grandes derrotas y por supuesto los triunfos. Este libro -lleno de narraciones  futboleras- nos da un paseo por los últimos 50 años de nuestro deporte nacional y si bien es cierto hay un rescate histórico,  la realidad va mesclando ficción en estos veintiséis relatos.

El primero de estos cuentos es justamente el que le da el nombre al libro “El gol de Lucila”, que es una pequeña de quinto básico atrapada por el juego del balompié, la lejanía y sus compañeros hombres que tienen el monopolio de la pelota. La Gabi tiene talento. Tiene la técnica de Pancha Lara, se barre como Carla Guerrero y transmite seguridad como Tiane Endler. Es un prodigio, pero le tocó nacer en un recóndito rincón del mundo, tierra de uvas, poesía y estrellas. Su amor por el balón es incomparable. Sabe algunas cosas de Gabriela Mistral, poetisa chilena que nació en Vicuña y recibió el Premio Nobel de Literatura en 1945. De hecho, esta pequeña estudia en la escuela que lleva el nombre real de la escritora: Lucila Godoy Alcayaga.”

En las páginas de este autor vamos encontrando un verosímil trayecto entre sus personajes que bordean la ficción y la realidad, como en “Y si vuelves” que apelando a su condición  de periodista recrea una entrevista a Alexis Sánchez –Sólo quiero ser feliz, volver a sentirme como ese niño que volaba en aquellas canchas de tierra. Sucio, sudado, llegando a mi casa para recibir un beso cariñoso de mi mamá-.

–¿Y si vuelves?

–¿A mi hogar?

No, a ser el que nos sorprendió.

Los episodios de su propia vida, Vásquez los va desmembrando inteligentemente y su memoria emotiva va desgranándose  poco a poco es sus historias: Mi tía falleció de un cáncer al pulmón. Tenía 50 años. Los cigarros habían pasado la cuenta. La última vez que estuve con ella me preparó unas marraquetas con huevos revueltos. Las mejores de mi vida. Ese mismo día dieron un partido de fútbol por la televisión abierta y lo vio conmigo, a pesar de que no le interesara en lo más mínimo”

Hay un relato ingenuo, que te hace volver a la niñez, esa tierna, donde la preocupación mayor con rabia y pena fue haber perdido un penal.  “El peor dolor” es volver a esa pichanga de barrio, a ese refugio tan maternal de consuelo en el hogar y que hoy a la distancia es solo una anécdota: “Me he reído de Caszely, Baggio o Messi, ¿Con qué cara? Siento la vergüenza en la mirada de mis amigos. Quiero llorar, ojalá no estuviera nadie aquí. ¡Mamá, déjame solo! ¿Por qué yo? ¿No podía ser el Mario? Él insistió toda la semana. Ahora tengo más miedo que nunca. ¿Cómo levantarse?”

La escena nacional bombardeada tras el Golpe Militar del 73 trajo consigo cientos de historias y Vásquez hace un relato desgarrador de un detenido desaparecido: “Iba todos los fines de semana a verte. Mi mamá estaba desesperada. Presentíamos que sí te encontrabas en ese lugar, escondido contra tu voluntad. Nunca te encontré. No me dejaron hacerlo. Seguí yendo con el paso de los años. No podía disfrutar de los partidos que alguna vez vi contigo, de alguna forma estabas ahí. En el coliseo deportivo más grande del país. Sin libertad. Después te vimos en esa lista. Tu nombre y un número. ¿Dónde estás?”

Y si de contingencia se trata este joven escritor hace una referencia directa a la causa mapuche en -Eterna Capitana- “En Lautaro nació una mujer. La llamaron Andrea Linconao…Quería dedicarse a su pueblo…La mataron y nadie quiso asumirlo. Era mejor tratarla como delincuente. Como una extremista. Como una miserable. Y lo justificaron. Mintieron. Pero su alma no partió. Se protestó. Se exigió una respuesta…Vive en los recuerdos de un país sin memoria. Irónico. Es eterna. El engaño se esfuma y su jineta permanece. No la pudieron matar. Ni lo harán”.

Vicente Vásquez, sin duda logra en estas páginas que su hinchada se mantenga pendiente del juego y si bien le falto alguna historia de amor o de sexo ligada al fútbol, mantiene una  escritura fresca, bordeando el lirismo,  es capaz de llegar a un lector sin fronteras ni edad específica, donde sorprende su versatilidad y agudeza para entregarnos  distintos temas que van involucrando el futbol, su narrativa es coloquial y nos hace parte de sus recuerdos que de pronto son también los nuestros. Y como dijo Eduardo Galeano: “En su vida, un hombre puede cambiar de mujer, de partido político o de religión, pero no puede cambiar de equipo de fútbol.”

Por Miguel Alvarado Natali

 

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