Michelle Bachelet: “Chile tiene actores dispuestos a abordar nuevos retos, con enormes capacidades y una institucionalidad que puede ponerse a tono cuando hay claridad del norte a alcanzar”

26 enero, 2023

Esta tarde, la expresidenta Michelle Bachelet participó en la “Mesa de Estrategia y Prospectiva para Chile” de la Comisión de Desafíos del Futuro, Ciencia, Tecnología e Innovación del Senado, que busca elaborar una propuesta de institucionalidad que supla la carencia de una instancia de estudio y diálogo de futuro estratégico en el Estado, y con ello ayudar a una mejor gobernabilidad, y anticipación a los variados retos de futuro de nuestro país.

En la actividad, que se realizó en la Sala de Sesiones del Senado en el ex Congreso, la mandataria afirmó:

  • “Sin mirada de Estado, sin mirada de largo plazo, estamos destinados a tropezar con obstáculos pequeños”.
  • “Institucionalizar un trabajo reflexivo de anticipación es una necesidad de los estados modernos. Es un paso en la dirección correcta: hay que maximizar las certezas frente a horizontes cambiantes. Es además lo que nos ayudará a crear acuerdos por encima de los tiempos electorales y favorecer pactos nacionales. Ganará la buena política”.
  • “Que como país mostramos ser capaces de innovar para abordar la cuestión constitucional y que pudimos llevar una discusión extremadamente técnica a las plazas de barrio. Es decir, constatamos que es posible abordar temas complejos con mirada de Estado. Ningún grupo político fue excluido, la institucionalidad no fue quebrantada. Más allá de los resultados específicos, se puso en movimiento un conjunto de caminos que antes parecían imposibles. Es una discusión que sigue abierta, pero lo importante es que la democracia chilena mostró su enorme potencial”.
  • “Chile tiene actores dispuestos a abordar nuevos retos, con enormes capacidades y una institucionalidad que puede ponerse a tono cuando hay claridad del norte a alcanzar. El pesimismo tiene solución: se acaba en el trabajo conjunto. No hay países chicos, hay países con o sin agendas”.
  • “Porque para pensar en el mañana debemos contar con cimientos éticos sólidos. Este año se cumplen 50 años del golpe de estado. La división profunda que vivió la sociedad chilena es un enorme lastre para proyectarse a una sociedad más plena. Por eso es tan importante, procesar nuestras diferencias en democracia y contar con un acuerdo esencial sobre la cultura de derechos humanos”.
  • “Presente y futuro se encuentran en pactos sociales sólidos. Libertad, democracia, derechos humanos, bienestar social y ambiental, son las guías para mirar hacia adelante. En la identificación de propósitos comunes, que superen los intereses particulares de corto alcance, podemos abrir nuevas oportunidades”.

ADJUNTO:

NOTAS MICHELLE BACHELET JERIA, COMISIÓN DESAFÍOS DEL FUTURO, CIENCIA, TECNOLOGÍA E INNOVACIÓN

Senado de la República, 26.01.23

Honorables Senadoras y Senadores integrantes de la Comisión Futuro, Ciencia, Tecnología e Innovación;

Sr. Sergio Bitar, coordinador de la Mesa para la creación de una Institucionalidad de Prospectiva y Estrategia;

Autoridades presentes;

Amigas y amigos:

Quiero agradecer la invitación a participar en esta reflexión sobre los objetivos que persigue la Mesa de Estrategia y Prospectiva. Sé de la tenacidad de Sergio Bitar y me alegro que se pueda concretar esta iniciativa en que se invita a pensar sistemáticamente con un horizonte de largo plazo.

Celebro que haya existido un trabajo participativo con decenas de audiencias porque ningún proyecto serio puede hacerse a espaldas de la ciudadanía. Celebro además que se esté recibiendo a los ex Presidentes y Presidentas en un marco respetuoso para compartir visiones. Chile necesita más de estos debates, con altura y con real voluntad de escucharnos unos a otros.

Me sumo al ánimo constructor que tuvieron mis predecesores en esta misma mesa. Sin mirada de Estado, sin mirada de largo plazo, estamos destinados a tropezar con obstáculos pequeños.

Hoy compartiré algunas reflexiones que vienen menos de debates académicos que de lo que he podido experimentar en diferentes espacios de toma de decisiones. En ese sentido, me inclino por relevar preguntas y mencionar aprendizajes que podrían ser de utilidad.

Partiré, entonces, por algunas preguntas. Cualquier reflexión debe partir de las preguntas correctas. Las que incomodan, las obvias y las no tan obvias.

Situar la mirada en el futuro es instalar la pregunta del tiempo en política. Cuánto pesan en la balanza los resultados, en función de los medios disponibles, y en un periodo específico de responsabilidad.

¿Cómo progresar, cómo fortalecer las bases de desarrollo si todo se mide en el corto plazo? ¿Cómo instalar culturas respetuosas de la democracia y los derechos humanos si no se sostienen esfuerzos por años? Es decir, cómo hacer compatibles los tiempos breves de la gestión política y los tiempos largos de la maduración de los cambios. ¿Acaso no está allí una de las explicaciones para la desafección de la ciudadanía con la política?

Eso nos lleva a otra pregunta: ¿dónde están puestos los incentivos? Pensemos en las diferentes exigencias que imponen las encuestas, las elecciones o las lecturas históricas.

¿Qué incentivo tiene la rendición de cuentas si la toma de decisiones está desacoplada de la evaluación? Tomemos el ejemplo de las listas de espera. Una fuerte inversión puntual puede resolver un atochamiento y generar respaldo ciudadano. Pero si pensamos en la solución de largo plazo, se requiere una inversión considerable en infraestructura, equipamiento y especialistas médicos.

El beneficio político presente es entonces un aliciente a quedarse concentrado en el corto plazo. Son tiempos de escaramuza. Está ganando la táctica por sobre la estrategia nacional.

Sumado a eso, la forma en que está organizado el debate público impone un ritmo insostenible a la conversación. La información se ha vuelto mucho más una herramienta para conseguir la atención del público que un insumo para entender posiciones y evaluar. La velocidad y la absurda demanda por opiniones sobre cualquier asunto –grande o chico, central o irrelevante– atentan contra planteamientos consistentes de largo plazo.

En este contexto, ¿cuánto tiempo dedicamos a pensar hacia dónde vamos y queremos ir? ¿Cuánta energía dedicamos a preparar y anticipar fenómenos? ¿Qué opinión puede tener la ciudadanía de los responsables políticos?

Para cada una de estas preguntas y por todas estas razones creo que institucionalizar un trabajo reflexivo de anticipación es una necesidad de los estados modernos. Es un paso en la dirección correcta: hay que maximizar las certezas frente a horizontes cambiantes. Es además lo que nos ayudará a crear acuerdos por encima de los tiempos electorales y favorecer pactos nacionales. Ganará la buena política.

Quisiera compartir ahora algunos aprendizajes, que me parece que señalan algunas modalidades que pueden ayudarnos a preparar el futuro. No pretendo convencer a nadie de lo buenas que fueron algunas decisiones, pero más bien subrayar algunas pistas útiles.

Lo primero que hay que decir es que ninguno de los tres casos que mencionaré tenían un camino único, evidente. Se fueron construyendo alternativas en función de las situaciones. Ni siquiera son casos 100% exitosos, siempre habrá espacio para las controversias. Lo sustancial está en otro lugar: escuchando a muchos y muchas, quedó claro que en Chile hay muchos caminos de futuro que se pueden abrir.

Primer caso, el proceso constituyente participativo 2015-2018. Había una demanda de años por contar con una constitución nacida en democracia y más acorde con lo que somos hoy. Fue parte de las promesas de campaña. Pero no había una sola forma de abordarlo.

Después de 4 años, podemos hablar de varios tipos de resultados. Lo bueno: una campaña cívica y 204 mil participantes en las consultas individuales, los Encuentros Locales Autoconvocados y los Cabildos. Lo malo: una propuesta que no logró avanzar en el Congreso (y que incluso está obsoleta). Pero el balance es mucho más interesante en términos de construcción de futuro que de resultados para un gobierno en particular.

¿Cuál es el punto relevante, a mi entender? Que como país mostramos ser capaces de innovar para abordar la cuestión constitucional y que pudimos llevar una discusión extremadamente técnica a las plazas de barrio. Es decir, constatamos que es posible abordar temas complejos con mirada de Estado. Ningún grupo político fue excluido, la institucionalidad no fue quebrantada. Más allá de los resultados específicos, se puso en movimiento un conjunto de caminos que antes parecían imposibles. Es una discusión que sigue abierta, pero lo importante es que la democracia chilena mostró su enorme potencial.

Veamos un segundo caso, la agenda de energía. Cuando asumí en 2014, vivíamos una compleja situación. Se decía que habría “apagón energético” si se rechazaba el proyecto de Hidroaysén. ¿Qué pasó al final? Pasmos de 6,7% de energías limpias en la matriz a 30% en la actualidad. El ministerio de energía anunció ayer que somos el segundo país del mundo con mayor participación de energía solar.

La receta parece ser la misma: fuimos capaces de sentarnos en la misma mesa. El Estado asumió un rol orientador y las empresas generadoras, las organizaciones sociales y los pueblos indígenas pudieron ser protagonistas. Recuerdo un comentario del ministro Máximo Pacheco: “hay personas que por primera vez se están sentando a conversar con los que consideraban sus adversarios”.

Nació así una agenda con propuestas determinantes para el medio ambiente, la economía y el tipo de desarrollo de las comunidades. Mejoramos los sistemas de transmisión y cambió nuestra relación con la energía, desde la dueña de casa hasta las mineras. Esta ruta está destinada a consolidarnos en líderes en energías limpias y servicios asociados.

No sólo no hubo apagón ni se acabó la inversión (de hecho el sector energético lideró por años las inversiones nuevas). Además, si hoy estamos entrando en las cadenas productivas de la electromovilidad con el litio, es en gran parte porque se cuenta con abundante energía. Y es energía limpia.

En otras palabras, Chile tiene actores dispuestos a abordar nuevos retos, con enormes capacidades y una institucionalidad que puede ponerse a tono cuando hay claridad del norte a alcanzar. El pesimismo tiene solución: se acaba en el trabajo conjunto. No hay países chicos, hay países con o sin agendas.

Para el tercer y último caso, quiero cambiar la mirada. Porque quiero hablar de memoria. Con la construcción del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos lo que hicimos fue construir futuro. En las visitas de miles de niños y niñas estamos abriendo los ojos sobre lo que no se puede repetir. “Nunca más” es una declaración de principios que la sociedad chilena debe garantizar, sin distinción de colores políticos.

Porque para pensar en el mañana debemos contar con cimientos éticos sólidos. Este año se cumplen 50 años del golpe de estado. La división profunda que vivió la sociedad chilena es un enorme lastre para proyectarse a una sociedad más plena. Por eso es tan importante, procesar nuestras diferencias en democracia y contar con un acuerdo esencial sobre la cultura de derechos humanos.

Como comunidad debemos cuidar nuestra convivencia, debemos saber cuáles son nuestras heridas y cuáles son las líneas que no aceptamos quebrantar. Este 2023 debemos reafirmar ese compromiso. Espero que tengamos la madurez de conversar sobre nuestro pasado desde ese punto de partida.

Amigas y amigos,

Presente y futuro se encuentran en pactos sociales sólidos. Libertad, democracia, derechos humanos, bienestar social y ambiental, son las guías para mirar hacia adelante. En la identificación de propósitos comunes, que superen los intereses particulares de corto alcance, podemos abrir nuevas oportunidades.

Pensemos en educación, salud, ciencia e innovación. Pero también abordemos lo que viene en transporte, urbanización. Trabajemos en la transición socio-ecológica, en las nuevas formas de empleo y recreación, en los límites éticos que queremos imponer a la tecnología.

Para ello la nueva institucionalidad debe invertir en buenos sistemas de información, tanto para detectar oportunamente fenómenos que modifican las estrategias como para socializar datos con los diferentes actores. Más que una pesada burocracia, tal vez se deba pensar en un centro orientador pero conectado en red con otros esfuerzos prospectivos.

Finalmente, para cualquier nueva institucionalidad debemos exigir los más altos estándares de legitimidad: por ejemplo, en el nombramiento de sus integrantes, en la transparencia, en particular sobre la forma en que se adoptan decisiones. También debe diseñarse desde el inicio como una institucionalidad abierta al cambio como parte de su identidad flexible.

Les deseo el mayor de los éxitos en esta aventura, para que prontamente podamos celebrar que Chile cuenta con una Institucionalidad de Prospectiva y Estrategia para “acrecentar la capacidad de pensar futuro”.

Muchas gracias.

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