Nuevos límites del espectro radioeléctrico para la industria móvil no garantizan libre competencia

2 julio, 2019

En la consulta de Subtel al Tribunal de Defensa de la Libre Competencia referente a los límites de uso del espectro, se planteó la urgencia de definir otras variables importantes para hacer factible la libre competencia, como lo es cambiar la modalidad de asignación del espectro actual.

En octubre del año pasado la Subsecretaría de Telecomunicaciones (Subtel) ingresó al Tribunal de Defensa de la Libre Competencia (TDLC) una consulta respecto al Plan Nacional del Espectro, normativa que tiene por objetivo modificar la cantidad máxima de espectro radioeléctrico que puede tener cada empresa de telecomunicaciones. La medida no ha sufrido cambios desde 2009, mercado bastante distinto a como es hoy.

Desde entonces, se ha hecho un proceso en el cual diversos actores han dado testimonio ante el TDCL respecto a la importancia de fijar los límites de espectro radioeléctrico. Sin embargo, también se han visto inquietudes sobre si la consolidación de un nuevo límite es suficiente para fomentar la libre competencia, siendo una de ellas la propuesta de cambiar la modalidad de “concursos de belleza” de asignación del espectro por una de subasta.

La preocupación la dio a conocer Alberto Mordojovich, gerente general de Redvoiss, quien en su presentación del 5 de junio ante el TDCL entregó un diagnóstico y una propuesta para garantizar la libre competencia en la industria. Como explicó en su intervención, la asignación actual del espectro se basa en “concursos de belleza”, que consisten en otorgar licencias para el uso comercial del espectro a aquellas empresas que se comprometan a satisfacer ciertas condiciones o contraprestaciones establecidas por Subtel, como cobertura nacional, velocidad de despliegue e inversión en zonas aisladas. “Estos compromisos otorgan un puntaje ponderado a cada empresa y se asigna el espectro a quien obtiene el mayor puntaje, práctica que puede ser considerada como poco transparente”, afirma Mordojovich.

Propuesta planteada

Tal como se hace hoy en casi la totalidad de los países con economías de mercado, el experto propone cambiar el modelo a uno de subasta inteligentemente diseñado para evitar la colusión y el acaparamiento con fines exclusorios. “Las subastas tienen innumerables ventajas: asignan eficientemente el espectro a quienes harán un mejor uso de éste y promueven la competencia entre quienes resulten adjudicatarios. El consumidor se beneficiará de esta competencia por la vía de mejores servicios y precios, y el Estado recaudará recursos de la subasta, los que podrían subsidiar a usuarios de menores ingresos”, indica.

El sistema actual ha sido usado desde que se promulgó la Ley General de Telecomunicaciones (LGT) en el año 1982, mercado que difiere bastante de lo que ocurre en el mundo actual. “Ni la Subtel ni los legisladores han mostrado interés en modificarlo por presiones de las mismas empresas, dado que se benefician al ser asignadas con espectro prácticamente gratis. La diferencia entre el precio del mercado y las contraprestaciones es un subsidio que se le está dando a los operadores, que si analizamos los datos de 2014, este llegó a ser de 600 millones de dólares”, comenta Mordojovich.

Consecuencias en los usuarios

Con el sistema presente, los usuarios ven menos competencia, lo que se traduce en mayores precios y peor calidad. A pesar de que la entrada de Wom dinamizó el mercado, al conseguir espectro a través de la compra de Nextel, las empresas preexistentes tienen grandes ventajas para ganar los concursos de belleza, quienes además no ven valor en los minoristas. “Nosotros tratamos de ser minorista, tratamos de negociar con los incumbentes y nos dimos cuenta que sería un fracaso. Finalmente no lo hicimos y por suerte, porque los que lo hicieron han sufrido las consecuencias y han perdido mucho dinero”, señala el gerente general de Redvoiss (redvoiss.cl).

Según plantea Mordojovich, la solución pasa por crear una o más empresas privadas de infraestructura para su uso mayorista, es decir, que sólo puedan arrendar su infraestructura a terceros sin proveer servicios fijos o móviles directamente a usuarios finales. “De esta forma, se alinean los incentivos del mayorista con los de las empresas que usarían esa infraestructura para proveer servicios a clientes de nichos específicos o competitivos a los que proveen las empresas integradas verticalmente”, concluye.

Síguenos en Twitter