Poder femenino en las urnas: Proporción de mujeres jóvenes votantes puede inclinar una elección

22 octubre, 2018

La proporción de mujeres votantes, de entre 18 y 39 años, puede fácilmente inclinar una elección. Esa es la principal conclusión de un análisis realizado por el Académico Facultad de Economía y Negocios (FEN) de la Universidad de Talca y ex economista senior del Banco Central de Chile, Paulo Cox Puga, sobre de las estadísticas de participación electoral en las presidenciales, dadas a conocer por el Servicio Electoral (Servel) hace unos días.

El estudio de Cox arroja que en el segmento etario antes mencionado, por cada 100 hombres que fueron a votar 124 mujeres de ese grupo lo hicieron y que la mayor participación de las mujeres no es reflejo solo de las diferencias demográficas en la población entre hombres y mujeres (estas últimas representan un 51% de la población de inscritos).

“Considerando que 2018 ha sido un año de reivindicaciones femeninas, este dato puede ser revelador en el sentido de cómo deben pensarse hacia el futuro las campañas políticas, por cuanto la evidencia muestra que, al ser mayoritaria, la proporción de mujeres jóvenes votantes puede fácilmente inclinar una elección”, dice el académico quien es master en Economía de la London School of Economics and Political Science (LSE).

Según explica Cox, “en consideración a que el número de mujeres es más reducido que el de hombres en este grupo, de 18 a 39 años, implica que la participación femenina fue superior a la masculina en más de 250 mil votos. Para dimensionar la magnitud e impacto de esta diferencia basta con considerar que dicha brecha no está muy lejos de los 320 mil votos que habrían sido suficientes para hacer empatar a los dos candidatos en la última elección en la segunda vuelta, donde la brecha fue de aproximadamente 635 mil votos”.

Cox explica que “en la elección municipal de 2016 y la presidencial de 2013 los datos son similares lo que indicaría que se trata de un patrón desde que se instauró el voto voluntario y la inscripción automática”.

A juicio del economista estos datos no han llamado suficientemente la atención, a pesar de que podría tener importantes implicancias políticas. “Estos patrones obligan al diseño de nuevas estrategias, tanto para convocar al importante electorado femenino joven, como para atraer al comparativamente distante electorado masculino de la nueva generación”.

Para mostrar las diferencias se consideraron tres grupos etarios: un primer grupo incluyendo los más jóvenes del electorado, compuesto por todos aquellos inscritos con edad entre los 18 y los 39 años (poco menos de 6 millones); un segundo segmento, intermedio, con edades entre los 40 y 70 años (con cerca de 6,6 millones de inscritos); y un tercer grupo con edad sobre los 70 años (con un total de 1,6 millones de inscritos).

En el grupo más joven del electorado, con edades entre los 18 y 39 años, la participación entre las mujeres fue de 42%, muy superior al 34% de participación de los hombres en dicho grupo. Si a esto uno le agrega el hecho de que las mujeres constituyen una población de inscritos más numeroso, la diferencia implica que por cada 4 hombres jóvenes que participan cerca de 5 mujeres del mismo grupo lo hacen.

Esta considerable brecha se reduce en los grupos etarios de mayor edad e incluso se revierte en el tercer grupo de mayor edad. La participación de las mujeres entre 40 y 70 años) fue de 58%, mientras que la de los hombres un 50%. En el grupo de mayor edad), esto es con edades sobre los 70 años, la participación de las mujeres fue de un 48% en la primera vuelta, inferior al 52% entre los hombres de este grupo.

Las diferencias porcentuales descritas pueden parecer similares entre el primer grupo y el segundo (de cerca de 8 puntos porcentuales en favor de las mujeres). Sin embargo, se debe considerar la base distinta sobre la cual se calculan estas diferencias porcentuales. Es decir, en el segundo grupo la participación electoral es mucho mayor y por lo tanto en volumen de votantes la diferencia de votantes mujeres y hombres significativamente menor que la misma diferencia porcentual en el primer grupo, que tiene una base de participación menor.

Síguenos en Twitter