Los caballos por miles de años han desarrollado una gran y fina capacidad de percepción, lo cual les permite reconocer -a cada momento- el medio que les rodea y las situaciones de vida que deben enfrentar, reaccionando siempre para asegurar su subsistencia. Con estas capacidades, estos seres espejan -a cada momento- las conductas y reacciones de quienes interactúan con ellos. Así, muestran características personales y cómo estas permiten u obstaculizan el desempeño, tanto individualmente como en los grupos o equipos en los que se participa.
Con esta premisa es que Alberto Serrano, fundador de Caballos y Personas, trabaja en Chile esta experiencia, que busca sanar a personas y grupos, tanto laborales como familiares. “Algunas de las ventajas de trabajar con caballos son que ellos no juzgan ni interpretan, su respuesta es instantánea y honesta, no es posible hacerles trampas, ni pueden ser manipulados, ni sobornados. Se pueden lograr importantes aprendizajes y cambios, confiando en lo que los caballos tienen para darnos”, explica Serrano, quien se especializó en Aprendizaje Asistido con Caballos en Argentina.
¿Cómo funciona? Son actividades dinámicas vivenciales cuyo centro de la experiencia está en la interacción con los caballos en libertad, no montándolos sino “pie a tierra”. El objetivo es potenciar el desempeño y la obtención de logros de los grupos y equipos al interior de empresas e instituciones a través de actividades y programas específicos que les permiten mejorar el quehacer organizacional para alcanzar los resultados, potenciando las habilidades, destrezas, talentos, y fortalezas, tanto de sus colaboradores como de sus líderes y equipos de trabajo.
“Se trabaja también con personas, familias y parejas. Se diseñan actividades específicas asistidas con caballos con el fin de lograr reencuentros, revalorizaciones y aceptación, generando así nuevas y actualizadas relaciones”, detalla Serrano. Y agrega: “La experiencia es única. No hay nada que sea tan potente para una persona o grupo humano que poder verse en los ojos de un caballo. Estos seres imponentes y dulces son nuestros sanadores, y todo sucede al interior de un corral en el que interactúan caballos y personas».
