Dogman, cuando la vida de perros no es tan mala

6 agosto, 2019

Del director italiano Matteo Garrone llega a las salas chilenas la cinta “Dogman”. Basada en un hecho real ocurrido en 1988 en los alrededores de Roma, donde  un peluquero canino vinculado a la droga  encerró en una jaula de su local  a un matón del barrio que le había hecho la vida imposible, torturándolo por siete horas,  transformándose en uno de los crímenes más horrendos que recuerden los italianos. En la película Garrone nos muestra  la misma narración pero no centrada en las torturas, sino que en el entorno de este pueblo donde habita poca gente y solo funciona la peluquería, una tratoria, una compra de oro y  un pool con máquinas tragamonedas.

Marcelo interpretado por Marcello Fonte,(Premio del Festival de Cannes al mejor actor 2018) es un peluquero de perros que ama a los animales, es un antihéroe ideal pero extraño, tiene a su hija Alida, con quien sale a bucear, lo acompaña en su tienda y hasta asisten a un concurso de peinados caninos. Ocasionalmente vende cocaína lo que lo hace vincularse y dejarse llevar por su amigo Simone (Edoardo Pesce) un tipo medio gánster, drogadicto y violento que ya ha tenido conflicto con otros residentes del lugar. Con una amistad un poco forzada, Marcelo se involucra hasta en un robo en una casa con Simone, quien además lo obliga a que le pase las llaves de su local para hacer un forado que lo lleve a la propiedad continua -la compraventa de oro-, entonces, todo termina mal para el peluquero quién es condenado a la cárcel.

Dogman es una tragedia descarnada que escarba en la psique de sus protagonistas, con un realismo extremo, donde hay una atmósfera muy bien lograda de moradores -últimos sobrevivientes de un pueblo que fue un próspero balneario y que hoy está en una notable decadencia-. El director logra un rescate de esa vida pueblerina, tranquila, donde todos se conocen y saludan, pero además se inquietan cuando uno de los miembros no encaja y es esto lo que persigue el guion, – las relaciones humanas- cómo uno de los vecinos puede ser abusador, mientras el abusado no hace nada para impedirlo, en tanto, el resto quiere contratar un sicario para hacerlo desaparecer.

Es de estas películas donde el protagonista sobresale desde el principio y proyecta al espectador una sensación de rabia, por lo patético y atolondrado que es. El premiado Marcello Forte hace un trabajo brillante en su actuación, logra crear con su mirada desvalida y su físico escuálido un personaje de buen corazón, que sufre  amenazas y humillaciones, pero que es capaz de sobreponerse al castigo de la justicia y vencer el miedo que le producía el temperamento y la contextura de su amigo Simone.

Es una obra inquietante que va de menos a más poniéndose intensa y cruda, donde la moral de los personajes es sobrepasada por los acontecimientos y que hace mantener al público atrapado en lo que será  el desenlace. Es una historia de una violencia extrema, donde el débil termina contagiándose del más malo, con una escena brillante de la peluquería canina –los perros encerrados miran impávidos como una bestia humana es metida en una jaula y sometida a torturas por un hombre que hasta el momento era extremadamente bueno y frágil, tal vez inmaduro y es aquí la paradoja, el perro rabioso domado por Marcelo para poder bañarlo, es ahora un hombre perturbado y enojado dentro de la reja.

De bajo presupuesto, con una fotografía más que aceptable y muchos planos generales de este lugar tragado por el tiempo y que en definitiva es la única locación, Dogman es un thriller que hay que ver, es contundente y sensible, con un final que el público espera pero que parece improbable, matar no es una venganza es una reivindicación con el pueblo.

Por Miguel Alvarado Natali

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