Miguel Littin y la conmemoración el Día del Cine Chileno: “La gente de cine está asumiendo una nueva realidad”

8 noviembre, 2022

·       El director del Instituto de Altos Estudios Audiovisuales de la Universidad de O’Higgins (UOH) habló de la conmemoración de esta fecha nacional, de los desafíos del cine y el nuevo escenario que ha planteado la pandemia y las nuevas plataformas.

48 años han pasado ya. Carmen Bueno y Jorge Müller, ambos cineastas nacionales, caminaban en dirección a Chile Films cuando fueron detenidos por agentes del Estado y su rastro se perdió entre centros de tortura instalados por la Dictadura.

Nada se supo de ellos, pero su memoria sigue intacta. Este 29 de noviembre se conmemorará nuevamente aquel día a través del séptimo arte. Rancagua y la Región de O’Higgins lo rememorarán gracias al Día del Cine Chileno, en su Teatro Regional.

Alguien que conoce de cerca esta historia es Miguel Littin. Carmen Bueno, además de cineasta y actriz, estudió en la Escuela de Artes de la Comunicación de la Universidad Católica, donde se rodeó de un mundo audiovisual en el que destacaban figuras del cine nacional, como el realizador de “El Chacal de Nahueltoro”. De allí que esta conmemoración no le sea ajena, sino más bien necesaria.

Y se tratará, esta vez, de una conmemoración aún más especial, luego de dos años de pandemia, entre encierro e inestabilidad social. 

“Lo llamaría la revolución de la inestabilidad, por todo lo que ha ocurrido en esta especie de terremoto chileno, muy al estilo, por supuesto, de nuestra idiosincrasia. Justamente hubo lo que usted decía, el país ha caído en una especie de incertidumbre o como que pronto nos faltará voluntad para seguir, pero nosotros vamos a celebrar el Día del Cine Chileno, no nos vamos a quejar”, explica Miguel Littin desde su oficina en la Universidad de O’Higgins, en Rancagua.

Agrega que, aunque hay muchas razones para quejarse: “Vamos a celebrar el cine”. ¿Por qué? “Porque ha sido la hazaña de un país muy pequeño, de una cantidad de hombres y mujeres de gran voluntad, de gran ímpetu y de querer mucho el país, de buscar de una u otra manera, con mayor acierto o menor. Por lo tanto, vamos a celebrar que existimos y que el cine chileno existe, con o sin ayuda del Estado, con sala de cine o sin sala. Porque la historia de nuestro cine ha sido muy poco fluida. Desde la creación de Chile Films en el año 38, hasta hoy. A veces ha existido la empresa del Estado, otras veces no ha existido. Y el cine chileno, sin embargo, existe”, señala el realizador.

Todo lo que hemos pasado en estos dos años, nos tiene con un problema de espíritu. Y el cine recupera o al menos intenta mejorar esa parte espiritual de las personas, a través de las emociones, ¿cómo lo ve usted?

Yo tengo gran esperanza en el cine, pero creo que el conjunto de la sociedad chilena debe hacerse una revisión muy profunda para llegar a un estado diferente. Hay que aprender del pasado para enfrentar el futuro. Tratar de entender el país, sin blanco y negro, con una mirada muy amplia, de cómo y por qué están ocurriendo los fenómenos. Es una tarea gigantesca.

Ustedes han intentado desde la academia acercar el cine a las comunidades a través de cineclubes.

Desde nuestro Instituto de Altos Estudios Audiovisuales de la Universidad de O’Higgins, en forma muy modesta, estamos realizando Cineclubes, que es la extensión de lo que hacemos acá en Rancagua, pero hacia la región, porque la universidad es de la región, no es de Rancagua. Desde ahí nos proyectamos a San Fernando, Peralillo y, próximamente, a Palmilla, Placilla, Chépica y Pichilemu, tratando de abarcar toda la región con cine de calidad, una vez por semana.

Este esfuerzo no se trata de tener más público, sino de tener un mejor público, No son funciones de cine taquillero, buscamos que la universidad, a través de filmes escogidos, llegue a la gente en las provincias. Hoy son una cantidad verdaderamente importante de personas y el próximo año será más. Esto es importante porque el cine ha ido desapareciendo como práctica cultural. Primero fue la televisión, hoy los streaming e Internet. Entonces nosotros hacemos un desafío casi a contracorriente.

También han rescatado los oficios del cine y se han abierto hacia Latinoamérica con CineTalleres (https://bit.ly/3TeaWc8), con una gran aceptación.

Desde Rancagua estamos llegando a 16 países de América Latina, donde difundimos y proyectamos la imagen de nuestra Universidad y, a su vez, creamos las condiciones para que la gente, de estos países, reciban charlas, participen en clases y envíen sus trabajos, los que mostraremos a fin de año.

No podemos cerrar nuestro trabajo solo en lo regional. Tenemos que abrirnos al universo. Esa es la tarea, la tarea del futuro, sin lugar a dudas. Actualmente tenemos diplomados aquí en Rancagua, para gente de la región, de otras regiones y el país; está además nuestro Magister, algo más especializado y, a su vez, estamos en la América Latina con los talleres de cine, pero también potenciando los Cineclubes Universitarios en la región y el país.

¿Cuál es la mirada de Miguel Littin sobre el cine de hoy? Con el alejamiento del público de las salas de cine, la consolidación de plataformas digitales y todo un universo diferente para los cineastas.

Hoy la gente de cine está asumiendo esta nueva realidad. Es la diferencia. Hay que asumir toda la técnica, la nueva tecnología. Pero no debemos abandonar nunca que el cine está hecho para la gente. Esa es la mirada definitiva, lo que hace que el cine pueda ser un arte, un arte humano, un arte en la medida del ser humano y en la capacidad del ser humano de reconocerse a sí mismo, de amar, de vivir, de perdonar, de ejercer justicia y todos sus derechos. Es algo largo de enumerar.

Si el cine no tiene en cuenta al ser humano como su principal objetivo, perderá las batallas del futuro. El cine es en cuanto se identifica con los problemas cotidianos de la gente, en los distintos niveles y diversos estilos que puedan tener los cineastas.

En Chile se ha discutido mucho, que la Generación del 68, a la que pertenece Raúl Ruiz, Aldo Francia, Elvio Soto y yo, dejó una impronta. Creo que el cine es social, es un elemento social y tiene que ver con la sociedad y con el cambio. Las siguientes generaciones de cineastas, hombres y mujeres, han seguido ese camino y han profundizado aún más.

¿Qué desafíos tienen las nuevas generaciones de realizadores? Tomando en cuenta el nuevo escenario y todo lo que hemos vivido.

Los desafíos son múltiples, pero hay uno esencial, a mi juicio, que es ser parte de la sociedad chilena, ser un instrumento que la sociedad utilice para cambiar y transformarse. Para avanzar, en definitiva. No lo concibo de otra forma.

El cine debe contribuir a que la gente sea más libre, a que deje los prejuicios de lado, todo tipo de prejuicios, a que -de alguna manera- lo que se pierde en las contribuciones y en las votaciones se gane en la pantalla.

Si usted me pregunta cuál es el ideario del cine chileno, está en algo que a lo mejor la gente tiró la basura, que se llamó Proyecto de Nueva Constitución. Ahí está todo, todos los temas que el Chile del futuro va a asumir, sin lugar a duda, sea por ley o no. Está en la cotidianeidad. Uno lo ve uno en los pasillos, los estudiantes de esta universidad lo ven, la gente lo ve. 

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