El Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar busca reconocer la importancia del trabajo realizado por millones de mujeres en todo el mundo. Es fundamental garantizar sus derechos laborales, tanto por parte de sus empleadoras y empleadores como de la sociedad en general. De acuerdo con datos de ONU Mujeres, OIT y la CEPAL (2020), entre 11 y 18 millones de personas realizan trabajo doméstico remunerado. De esta cifra, aproximadamente un 93% corresponde a mujeres. Para el caso de Chile, según la OIT (2021), el 8,7% del empleo femenino es realizado por trabajadoras domésticas.
El trabajo doméstico es una ocupación de larga data y se le ha asociado frecuentemente a la esclavitud, pues en sus comienzos carecía de regulaciones legales y porque quienes lo desempeñaban eran considerados inferiores debido a su clase, etnia, género o nacionalidad. Además, al ser un servicio prestado en un espacio privado, eran frecuentes altos grados de maltrato y precariedad. Hoy en día existen convenios internacionales que lo protegen, como el Convenio 189 de la OIT sobre las trabajadoras y los trabajadores domésticos, que define el trabajo doméstico como “el trabajo realizado en un hogar u hogares, o para los mismos”. Y aunque nuestra legislación consagra también disposiciones sobre el trabajo doméstico remunerado, no siempre son respetadas sus horas de descanso ni su dignidad.
La labor que realizan las trabajadoras domésticas es fundamental para la sostenibilidad de la vida. No solamente se valora la limpieza y mantención de los espacios privados, sino el trabajo de cuidado de niñas, niños, adolescentes y personas mayores, que normalmente realizan también. De esta manera, las familias pueden tener la tranquilidad de que sus seres queridos están siendo bien atendidos, posibilitando además que sus miembros se inserten en el mercado laboral.
Sandra Leiva Gómez
Investigadora Centro CIELO, Universidad Santo Tomás.