Futuras matronas abordan casos de «violencia obstétrica» durante el parto

15 diciembre, 2021

·         Estudiantes de la carrera de Obstetricia y Puericultura de la Universidad de Talca investigaron sobre algunas situaciones que atentan contra los derechos de la embarazada o la salud del recién nacido.

 

·         Entre ellas se incluyen cesáreas para ahorrar tiempo al momento del parto o la posición de litotomía que debe adoptar la embarazada, que favorece el trabajo médico, pero que puede dañar la musculatura y los órganos de la propia madre.

 

Un grupo de estudiantes de la carrera de Obstetricia y Puericultura de la Universidad de Talca detectó varias prácticas de “violencia obstétrica” que suelen vivir las embarazadas al dar a luz, y que pueden afectar los derechos de la madre, su bienestar durante el proceso, el buen funcionamiento de los órganos y músculos involucrados, e incluso la salud del recién nacido.

 

Las estudiantes investigaron estas malas prácticas durante el desarrollo de la asignatura de Responsabilidad Social de su carrera, y realizaron un seminario para analizar en profundidad estos abusos, y alertar al personal de salud contra su práctica y perpetuación.

 

Las futuras matronas explicaron que la denominada «Violencia Obstétrica» es un fenómeno generalizado a nivel mundial, que ocurre tanto en países que cuentan con una legislación al respecto, como en otros que aún no la reconocen legalmente.

 

«Se ha ido visibilizando gracias a los testimonios de las víctimas que la han sufrido, y que la denuncian a través de redes sociales o mediante el boca a boca. En Chile, la situación es preocupante, y alcanza altos índices de frecuencia», advirtió Constanza Barrios, estudiante de 4º año de Obstetricia de la Universidad de Talca.

 

La psicóloga perinatal y docente del Módulo de Responsabilidad Social, quien orientó el trabajo de las alumnas, Mónica Abraham, sostuvo que la violencia obstétrica “se manifiesta a través de la excesiva medicación o malos tratos hacia las mujeres, así como el apresuramiento de los procesos fisiológicos o psicológicos naturales con la utilización de prácticas inadecuadas, muchas veces ejecutadas por comodidad o necesidad de atender a más pacientes”.

 

La profesora que guía el trabajo de las futuras matronas de la universidad maulina agregó que existen tratos indignos, ya sean verbales, discriminatorios o físicos, y que incluso pueden dejar secuelas en las víctimas. “La violencia obstétrica se puede calificar como un tipo de violencia de género, y erradicarla depende de humanizar a los equipos de salud frente a estos temas”, afirmó.

 

Parto humanizado

 

“Parto humanizado, el desafío de romper paradigmas en los equipos de salud” fue el nombre de un conversatorio online, dictado por el doctor Sebastián Parra Kanazawa y que fue organizado por el grupo de universitarias que reflexionó sobre este asunto.

 

El especialista, quien trabaja en la unidad Piso Pélvico y Uroginecología del Hospital de Talca, dijo en su exposición que “un parto respetado es aquel que trata de intervenir lo menos posible en el proceso”, y que la atención humanizada debe partir dese el primer día, es decir cuando la futura madre llega al centro asistencial.  “Está bien educar a los equipos de salud, pero también se deben educar a las instituciones sobre estos temas”, aseveró.

 

“Los colegas deben revisar sus procedimientos y esperar que la paciente cumpla sus tiempos naturales.  Lo ideal es intervenir lo menos posible y así resguardar la seguridad del binomio madre-hijo”, afirmó.

 

Entre las garantías de la madre, el médico recordó que, está el derecho de pedir un traductor si no habla español y el de que la sala sea reacondicionada si tiene algún requerimiento físico o psicológico especial.

 

Lorena Castro, directora de Género de la Universidad de Talca, señaló que es importante para la universidad maulina “visibilizar esta manifestación de violencia que ha sido normalizada por mucho tiempo.  Es muy relevante que las nuevas generaciones de profesionales de la salud tengan en cuenta este paradigma que existe hoy, y también cómo se pueden ir rompiendo y cambiando algunas prácticas, prejuicios y conductas que constituyen violencia de género hacia las mujeres en gestación y sus acompañantes significativos”.

 

Violencia obstétrica

 

Entre las malas prácticas se encuentran la Posición de Litotomía o ginecológica, que es la que adopta la paciente con las piernas levantadas y apoyadas sobre los complementos de la mesa quirúrgica, pero que limita la libertad de movimiento de la pelvis y que incluso puede impedir el avance del hijo en su trayecto por nacer. “Esta posición obstaculiza el movimiento durante el parto, y trae más desventajas que beneficios para la madre”, explicaron las estudiantes.

 

Otra práctica incorrecta es la Maniobra de Kristeller, que consiste en hacer presión del fondo uterino en el período expulsivo. “Entre las consecuencias, puede generar desgarros perineales de primer grado, hasta daño del músculo elevador y rotura uterina, así como consecuencias a largo plazo, como dolor costal y dispareunia”, señalaron las futuras matronas.

 

Para el hijo que está naciendo, las consecuencias pueden ir desde el caput succedaneum (cuando la parte superior del cuero cabelludo resulta con hinchazón o magulladuras en las áreas que se introdujeron primero en el cuello uterino), hasta fracturas de clavícula y aumento de ingresos de neonatos a la Unidad de Cuidados Intensivos.

 

“A esto se añade la omisión del respeto por los principios bioéticos como la autonomía del paciente, al no pedirles a las gestantes su consentimiento para realizar el procedimiento, ni informales siquiera sobre el mismo, o la violación del principio de no maleficencia, cuando las pacientes solicitan que se detenga la maniobra por el dolor que sufren, pero el personal se niega a hacerlo”, explicaron las estudiantes.

 

Otra mala práctica es la episiotomía de rutina, que es una incisión quirúrgica que se efectúa en la porción inferior externa del canal del parto con fines profilácticos, para producir la ampliación de esta zona, ya que, “además de ser una práctica invasiva, puede generar complicaciones muy serias en el puerperio de la paciente”, advirtieron.

 

Otras situaciones irregulares incluyen las de amniotomía de rutina, que es la rotura deliberada o artificial de las membranas corioamnióticas para inducir o acelerar el parto, “que puede generar riesgos de corioamnionitis e incluso prolapsos de cordón”; los tactos de rutina, que pueden producirse “sin previo consentimiento de la paciente, repetidas veces y por múltiples funcionarios y/o estudiantes”, y las cesáreas de rutina, que “es una intervención cuestionada y que, según expertos, solo se debe realizar en casos que lo requieren”, cuestionaron las futuras matronas de la Universidad de Talca.

 

En Chile, el Observatorio de Violencia Obstétrica registra que cerca del 70% de las madres reporta haber sufrido algún grado de maltrato en su proceso de parto.

 

Actualmente la Ley Adriana que regula estas situaciones ya se encuentra aprobada por la Cámara de Diputados, y en el último trámite legislativo para su aprobación por el Senado.

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