Los arrepentidos obra

25 marzo, 2019

Los Arrepentidos” obra basada en el documental “Angrarna” 2010 del director sueco Marcus lindeen (38 años) y que el GAM está presentando hasta el 31 de Marzo, bajo la dirección de Víctor Carrasco, es la historia de Orlando y Mikael quienes en distintas épocas se sometieron a un cambio de sexo, con la convicción de encontrar su verdadero yo y la felicidad, pero por el camino su visión de lo que se atrevieron a realizar con sus cuerpos fue cambiando al encontrar que la vida de transexual no era lo que habían soñado. Ahora con 60 años comienzan arrepentirse y es aquí donde se juntan para hablar de sus vidas y lo que ha sido vivir con el sexo opuesto al que nacieron. El transitar de un cuerpo a otro -no es fácil- y para estos suecos nunca se pudo concretar totalmente esta transición, ya que vivían marcados por su identidad anterior.

Alfredo Castro y  Rodrigo Pérez  son los que se suben a escena para interpretar el primero a Orlando, un joven gay que desde su adolescencia sufrió la marginación social cuando en muchas partes del mundo era ilegal y anormal la homosexualidad, lo que lo llevo a operarse en 1967 convirtiéndose en uno de los primeros pacientes en realizarse un cambio de sexo en Suecia. En tanto Rodrigo es Mikael, quien también se sometió a esta operación pero ya siendo un adulto de 50 años. En el verano del 2006 ambos se conocen, entran a un teatro, se sientan frente a un micrófono que gravara todos sus relatos, es decir, desde el momento que tomaron la decisión de transformarse en mujeres, para luego enfrentar la vida con un nuevo cuerpo y apariencia, incluso, -la conmovedora experiencia de Orlando- quien se casó con un hombre con quien estuvo 11 años  sin que éste  supiera que estaba con un transexual.

Con una escenografía que convence -y así tiene que ser ya que es una réplica exacta de las conversaciones reales que tuvieron estos dos transexuales en el teatro nacional de Suecia donde se les realizó una filmación- y pese a lo simple, dos sillas, una mesita de centro con un proyector de diapositivas, un telón blanco de fondo y a un costado del escenario un mueble con cafetera y tazas son los elementos funcionales para la escena, incluso las fotos verídicas de los personajes le dan un atractivo y veracidad al montaje, mientras vemos un desplante escénico mesurado de los actores que pasan la mayor parte de la representación sentados. El vestuario y el maquillaje están perfectos y encajan en esa atmósfera muy bien lograda, donde nada sobra y el público la percibe haciéndose parte de ella, porque está historia si no los hace cambiar la visión que tenían de los transexuales, al menos los hará reflexionar, ver a estas personas en su intimidad y soledad. No como una comunidad, una secta o un movimiento sino como seres que transgredieron los cánones establecidos por la sociedad con el fin de buscar su verdadera y real identidad.

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Es indiscutible el talento actoral y la versatilidad de Alfredo Castro, quien seduce con su personaje –Orlando- con vestimenta femenina, sus movimientos de brazos y manos, ese cruce de pierna, los gestos, el tono de la voz, en fin un papel que le acomoda, que transmite una melancólica  pero a la vez sufrida remembranza de su pasado en las plazas y calles como prostituta. Esa vuelta a ser nuevamente un hombre, pero que todavía es incompleta, con muchas operaciones que lo hacen reflexionar y tratar de convencer a su colega Mikael de que no se opere de vuelta. Por su parte Rodrigo Pérez, realiza una interpretación brillante de Mikael, quien solo quiere convencer a todos de que necesita el cambio de sexo y apela al gobierno para que le den la autorización. Su obsesión es volver a tener pene, es menos afeminado que Orlando, viste varonil, un poco tosco. Se le notan sus pechos, es inseguro y paradojalmente tiene dudas de su homosexualidad. Es auto referente en uno de sus diálogos: “eres un anormal, un personaje extraño que es mejor evitar, para ellos siempre vas a ser…nunca vas a ser normar” y Orlando le responde: “Qué es normal? tal vez nosotros que somos diferentes somos los normales y ellos son todos raros no sé” Se advierte en ambos personajes un arrepentimiento evidente, pero además, esto de volver a ser los de antes, se va desencadenando producto del no ser aceptados, de no encajar en la sociedad, del fracaso matrimonial de uno de ellos, de los tratos homofóbicos, es decir, de no ser respetados en su nueva condición sexual.

La humillación, el desprecio, la identidad de género, el descontento, el arrepentimiento y el amor son aspectos que aborda este título. Que saca de la oscuridad una realidad que muchos no quieren ver. Las imágenes reales proyectadas en el escenario nos sumergen en la vida de estos transexuales, algo que impacta y a la vez nos acerca a su humanidad, sus sentimientos y lo avanzados que fueron para la época de su juventud.

“Los Arrepentidos” es un montaje que estremece y cautiva la atención del público, es vigente y contingente con los cambios que estamos experimentando en el Chile de hoy. La película Una Mujer Fantástica, nos dio las primeras luces de lo que significaba ser transexual o transgénero,  un mundo desconocido para gran parte de la sociedad, y esta obra nos completa ese universo con estos dos suecos que se atrevieron a contar su vida, su tormentosa transición sexual en búsqueda de su identidad, el fracaso en esa experiencia y el cuestionamiento sobre la decisión de haber cambiado su aspecto físico, pero que al parecer no pudo evolucionar en lo psíquico. Esta puesta en escena es humana y sobrecogedora, fácil de digerir, con buen ritmo, bordeando la tragedia y que en algunos pasajes te saca sonrisas. Es una búsqueda constante de la identidad que va de la mano de la felicidad.

Por Miguel Alvarado Natali

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