Prisión preventiva y salud mental

7 mayo, 2024

Entre febrero y marzo de 2019 se entrevistaron 719 personas atendidas por defensores penales públicos de la RM Norte, las que previo a la audiencia de control de detención por los delitos flagrantes que les fueron imputados, tenían alta probabilidad de ser objeto de prisión preventiva. En dicha entrevista, realizada bajo consentimiento informado y protocolos internacionales,  y bajo la supervisión de equipos de siquiatras y de abogados defensores, se les aplicó el Patient Health Questionnaire con 9 ítems (PHQ-9), una prueba breve y estandarizada, que tiene validez internacional para medir depresión severa.

Los resultados obtenidos según lo anterior constituyen la línea base para el análisis de los efectos que la prisión preventiva tiene sobre la salud mental (depresión) de los afectados.

Luego de realizada la audiencia de control de detención, 179 personas tuvieron prisión preventiva (540 no la tuvieron). A todos ellos se hace seguimiento durante 4 meses para, bajo las salvaguardias correspondientes, volver a aplicar el test PHQ-9 de modo de obtener información que nos permita medir el efecto que la prisión preventiva tuvo sobre la salud mental de los afectados.

El resultado del ejercicio de seguimiento es que pudo volver a aplicar la prueba a 125 de las 179 personas sujetas de la medida, y solo a 72 personas (de las 540) que no tuvieron prisión preventiva. A este respecto, era completamente esperable una alta tasa de no respuesta de las personas sin prisión preventiva, básicamente por no comparecencia ante su defensor para preparar la audiencia correspondiente.

Sobre la base de lo anterior, a pesar de que hay una elevada tasa de no respuesta de las personas sin prisión preventiva, el análisis de los resultados de la prueba PHQ-9, comparando el índice antes y después de la prisión preventiva, resultó ser informativa, y válida desde un punto de vista estadístico. Estos resultados informan que:

  1. De los entrevistados en este ejercicio (es decir, personas imputadas por delitos flagrantes que tienen riesgo de sufrir prisión preventiva), el resultado de la prueba PHQ-9 muestra que el 22% de ellos tiene muy elevados índices de depresión, esto comparado con el 6% que, en promedio, tiene la población chilena en general (4 veces más).
  2. La depresión severa o moderada aplica para el 27% de la muestra de personas bajo análisis, mientras que es alrededor de 7% para la población en general.
  3. En línea con evidencia que hay para personas que están en prisión cumpliendo condena, en promedio para todas las personas de la muestra que tuvieron prisión preventiva ocurre que el resultado de la prueba PHQ-9 informa que los índices de depresión se mantienen (parcialmente mejoran) por la prisión preventiva. Hay diversas explicaciones para este resultado aparentemente contradictorio: baja en consumo de sustancias prohibidas o el simple hecho de reconocer algún castigo podrían ser motivos para explicar esta observación.
  4. A pesar de lo anterior, una consecuencia muy importante del análisis que pudo realizar es que la mejora promedio observada en salud mental deja de ser cierto para personas que, sufriendo la prisión la prisión preventiva, no han tenido acercamientos previos al sistema penal (digamos, primerizos). Para este grupo de personas la evidencia muestra, de manera robusta, que la prisión preventiva implica detrimento enorme en al estatus de su salud mental. A este respecto, aunque sin evidencia a partir de los datos recopilados, es dable esperar un detrimento enorme en la salud mental de personas que ex post resultan inocentes luego de haber sufrido la prisión preventiva.
  5. Cabe destacar que, el resultado positivo promedio antes mencionado es por el efecto positivo que el encarcelamiento tendría (en promedio) sobre personas con experiencia criminal previa, pero en ningún caso explicado por el efecto negativo que tiene sobre primerizos, y menos aún sobre inocentes encarcelados.
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