Luego de una exitosa carrera en el ámbito corporativo internacional, el ingeniero argentino Sam Mizrahi decidió generar un proyecto que brinde a jóvenes de familias de escasos recursos la oportunidad de transformar sus vidas a partir del trabajo de calidad.
“Forjamos futuros, tendemos puentes y transformamos vidas”, es la premisa que ha motivado en el mundo y al equipo chileno de esta Fundación para lograr que más de 500 estudiantes de liceos técnicos participaran, en estos dos últimos años, en capacitaciones que han fomentado su ingreso al mundo del trabajo.
Estudiantes que el 7 de noviembre se graduarán de un programa intensivo, que los apoyó para obtener una serie de habilidades que les permitirán una mejor llegada a su primer trabajo.
El programa además de trabajar con herramientas para los postulantes, también coordina con empresas para que las formas de trabajo, remuneraciones y otros aspectos relacionados al ámbito laboral sean de buena calidad para los jóvenes.
Fundación que ha logrado un impacto positivo en América Latina, capacitando a 8500 jóvenes en el año 2017. En 2020 se aspira a elevar el número de participantes a más de 30.000 jóvenes anuales.
La fundación llegó a Chile el año pasado de la mano de Francisco Ruiz, un abogado chileno con un máster de LSE en Gestión Pública, que trabajó cinco años como director de Infocap. Así, empezó a armar su equipo y a dar a conocer el proyecto en escuelas y empresas.
Hoy trabaja con 40 liceos de Santiago y con firmas como Price, Coquinaria, Sodimac y Falabella, donde ubican a los egresados de sus talleres. “En nuestro programa nos hacemos cargo de algo que dicen las mismas empresas: que la formación técnica no les importa tanto. Más les importa la formación humana de sus trabajadores, que sean íntegros, con ganas de trabajar y una buena disposición”, explica Ruiz.
Para el año 2018, apuestan a reclutar 600 jóvenes en sus dos centros de capacitación en Ñuñoa y La Cisterna, donde profesionales de diversas disciplinas –entre sicólogos, ingenieros, actores, periodistas, entre otros– preparan a los estudiantes para que su entrada al mundo del trabajo sea más rápida y les asegure estabilidad y desarrollo futuro.
Para Rodrigo Kon, director regional de FORGE, los primeros años de vida laboral de cualquier persona definen el resto de su trayectoria. Por eso la idea es “Hacer ese puente entre la educación media y un empleo formal y generar una oportunidad distinta para el resto de su vida”, analiza.
Problemática atendida
La difícil y precaria inserción laboral de los jóvenes pertenecientes a familias de bajos recursos económicos, es una problemática social que condiciona la calidad de vida de las actuales y futuras generaciones en toda América Latina.
La tasa de desempleo de los jóvenes de 15 a 24 años en América Latina es entre dos a cuatro veces superior a la tasa de desempleo de los adultos de 25 años y más. En Chile, en tanto, el desempleo de jóvenes hasta 24 años en el mes de septiembre se ubicó en 14,7%.
Los obstáculos que enfrentan los jóvenes en la búsqueda de una inserción laboral productiva han sido reconocidos como un problema global, por lo que proporcionarles trabajo decente y productivo constituye hoy uno de los objetivos de desarrollo del milenio de la ONU (ODM).
Hoy uno de cada 20 jóvenes no estudia, ni trabaja ni desempeña quehaceres del hogar, y tampoco busca trabajo, tratándose, sin duda, de jóvenes excluidos y de alto riesgo social. Entre los jóvenes que trabajan, un elevado porcentaje lo hace en condiciones precarias.
Los crecientes requerimientos del mercado laboral y una articulación cada día más deficiente entre la educación secundaria y el mundo del trabajo son algunas de las razones que, desde hace varias décadas, vienen agudizando esta problemática que Fundación FORGE intenta apoyar en su resolución.
