Tecnología que activa: cómo las apps de ejercicio están cambiando la forma de movernos

24 julio, 2025

Por Frano Giakoni, director carrera Entrenador Deportivo UNAB.

En una era marcada por el uso constante de dispositivos móviles, las aplicaciones de ejercicio se han posicionado como una herramienta eficaz para promover un estilo de vida activo. Más allá de contar pasos o programar rutinas, estas plataformas han demostrado ser aliadas importantes en la creación de hábitos saludables, sobre todo en contextos donde la falta de tiempo y motivación son barreras frecuentes.

Según un estudio publicado en el Journal of Medical Internet Research, las personas que utilizan aplicaciones de fitness realizan significativamente más actividad física que quienes no las usan. La razón no es solo la información que entregan, sino el enfoque motivacional que muchas de ellas incorporan: metas personalizadas, desafíos semanales, notificaciones oportunas y sistemas de recompensas que refuerzan la adherencia al movimiento.

Aplicaciones como Strava, Fitbit, Nike Training Club, entre muchas otras, permiten establecer objetivos realistas según el nivel de cada persona, lo que favorece la progresión y reduce el abandono. Además, el registro visual del progreso (gráficos, estadísticas, logros) tiene un efecto positivo sobre la percepción de competencia y la autoeficacia, variables clave en la psicología del ejercicio. Sentir que uno avanza, aunque sea de forma modesta, motiva a continuar.

Otra ventaja es la flexibilidad. Las apps permiten entrenar en casa, en la calle, en un parque o en el gimnasio, adaptándose a los tiempos y espacios disponibles. Para quienes recién comienzan o no se sienten cómodos en espacios tradicionales de entrenamiento, estas plataformas son una puerta de entrada más amigable y menos intimidante.

Sin embargo, es importante recordar que no todas las apps sirven para todas las personas. Elegir una que se ajuste a los intereses, al nivel de condición física y a los objetivos personales es fundamental para evitar frustraciones o sobrecargas. La comparación constante con otros usuarios, especialmente en redes sociales integradas, también puede tener efectos contraproducentes si no se maneja con criterio.

El uso de tecnología bien aplicada puede mejorar la adherencia al ejercicio, optimizar la planificación del entrenamiento y brindar una experiencia más personalizada. Pero como toda herramienta, su valor radica en cómo se utiliza. Las aplicaciones deben ser un complemento, no una presión.

Hoy más que nunca, el movimiento necesita aliados cotidianos. Si una app puede recordarnos levantarnos, proponernos un desafío o celebrar un logro, está cumpliendo su función. Y si logra convertir el ejercicio en un hábito, entonces ya no se trata solo de tecnología: se trata de bienestar.

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