Según datos analizados entre 2018 y 2024, las regiones que acumularon más casos son Metropolitana, Biobío y Valparaíso. A nivel nacional, el 56,6% de las muertes de niños y niñas de entre 0 y 14 años ocurrió dentro del hogar. En cambio, entre adolescentes de 15 a 17 años, la mayoría de los casos se vincula a delitos violentos y/o a la acción de grupos organizados.
Entre 2018 y 2024, los homicidios de niños, niñas y adolescentes (NNA) aumentaron a nivel nacional pasando de 37 en 2018 a 76 en 2024. Esta cifra se explica por la acumulación de casos en tres regiones: Metropolitana, Biobío y Valparaíso, según un análisis realizado por Fundación Amparo y Justicia con datos oficiales del Centro para la Prevención de Homicidios y Delitos Violentos de la Subsecretaría de Prevención del Delito.
“Las cifras son alarmantes, el aumento de casos representa un incremento de más del doble entre 2018 y 2024 a nivel nacional. Este no es un fenómeno aislado ni estancado: entre 2023 y 2024, las víctimas aumentaron de 66 a 76. Esto demuestra que la violencia contra los NNA sigue creciendo y exige una respuesta urgente y coordinada del Estado y la sociedad”, enfatizó Loreto Moore, directora ejecutiva de Fundación Amparo y Justicia.
En los últimos siete años, la Región Metropolitana concentra el 49,9% del total nacional de casos, seguida por Valparaíso (8,6%) y Biobío (8,1%). Ver tabla 1. “Esta concentración territorial sugiere la necesidad de diseñar estrategias de prevención e investigación con un enfoque regionalizado y ajustado a las características de cada zona”, agregó Moore.
Tabla 1: Distribución regional de NNA víctimas de homicidio consumado, período 2018-2024
Elaborado por Fundación Amparo y Justicia a partir de datos de la Subsecretaría de Prevención del Delito.
“Hay que poner especial atención a lo que ocurre en la Región Metropolitana. Casi la mitad de los homicidios consumados de niñas, niños y adolescentes en el país se concentran allí, y entre 2018 y 2024 se registró un aumento del 135%. Esta tendencia no puede pasar desapercibida: nos habla de entornos urbanos donde la violencia letal está afectando de forma cada vez más directa a los NNA”, advirtió Nicolás Pietrasanta, jefe de Estudios y Políticas Públicas de Fundación Amparo y Justicia.
Según el experto, las tasas de homicidios en Chile son aún más bajas que la de sus países vecinos y Estados Unidos. Sin embargo, “el aumento reciente nos acerca peligrosamente a esas realidades, sin haber desarrollado aún herramientas sólidas para la prevención e investigación de estos hechos”, explicó Pietrasanta.
Frente a este escenario, la Fundación impulsó la creación del Grupo Intersectorial para la Prevención e Investigación de Homicidios de Niños, Niñas y Adolescentes que tiene como objetivo fortalecer y facilitar mecanismos estratégicos de colaboración interinstitucional para mejorar la respuesta ante este tipo de crímenes.
Por grupo etario
Según las cifras del período 2018 a 2024, los niños y niñas de entre 0 y 14 años representan el 35,9% del total de víctimas de homicidio (359). De los 129 casos registrados en este grupo etario, el 56,6% ocurrió dentro del hogar. En contraste, entre los adolescentes de 15 a 17 años se contabilizan 230 homicidios, de los cuales la gran mayoría (66,5%) tuvo lugar en la vía pública.
“Este análisis confirma que es urgente dejar de normalizar esta violencia. No podemos seguir en un rol pasivo frente a lo que viven miles de niños, niñas y adolescentes en Chile”, alertó Loreto Moore. Asimismo, la directora ejecutiva de Amparo y Justicia explicó que “hoy enfrentamos dos crisis paralelas que deben alarmarnos como país: por un lado, los niños y niñas menores de 14 años están siendo asesinados, en su mayoría, al interior de sus propios hogares. Por otro lado, los adolescentes están muriendo en la vía pública, expuestos a entornos altamente violentos”.
El Gráfico 1 muestra la distribución por edad, diferenciando entre menores de 14 años y adolescentes de 15 a 17 años, mientras que la Tabla 2 desagrega los casos según el lugar del homicidio. Esta información permite identificar patrones críticos: mientras los niños y niñas más pequeños tienden a ser víctimas en el ámbito doméstico, los adolescentes enfrentan mayores riesgos en espacios públicos, lo que evidencia dos contextos de violencia que requieren respuestas diferenciadas.