Dr. Javier Agüero y el inicio del mandato de Boric: “Hoy puede venir a la baja, pero el próximo mes con una sola medida ‘popular’, puede subir”

2 mayo, 2022

El académico del Departamento de Filosofía y director del Centro de Investigación en Religión y Sociedad (CIRS) de la Universidad Católica del Maule, compartió su análisis sobre el primer mes y medio del gobierno del Presidente Gabriel Boric. 

El pasado 11 de marzo del actual año se llevó a cabo el tradicional cambio de mando, donde Gabriel Boric asumió como Presidente de la República de Chile. Un mes y medio más tarde el Dr. Javier Agüero Águila compartió su análisis de cómo ha sido el inicio de su mandato. 

¿Cuál es su análisis respecto primer mes y medio del gobierno?

Creo que es muy pronto como para hacer un diagnóstico o un análisis que pretenda ser concluyente. Los equipos tienen que ajustarse, afiatarse y empezar a reconocerse en un articulado general. Este es un grupo excepcionalmente paritario, donde la edad promedio del gabinete es de 42 años; recuperan un discurso transformador y muy diferente a los que estábamos acostumbrados desde el 90 hasta ahora; se paran sobre una retórica de calibre histórico y siguen pensando en despejar la ruta para salir del neoliberalismo ¿cómo no iba a ser difícil este trasplante, digamos, generacional y hasta cierto punto ideológico? Lo que sí es evidente es que el gobierno comienza con algunos problemas de entrada en régimen, los que pueden desprenderse de hechos puntuales que tienden a significar, a la luz de una opinión pública y de medios de comunicación organizados para gestionar y realzar excesivamente cualquier mal movimiento, imaginarios de inexperiencia, falta de conducción política, exceso de juventud, inmadurez, apasionamiento desmedido, en fin. Pero la verdad es que, si fuera por la variable “experiencia” o “madurez” un gobierno como el de Piñera y su equipo, por ejemplo, –que nadie podría decir que no tenían experiencia en política– termina con la aprobación histórica más baja de un presidente/a desde los 90 (24% según la encuesta CEP). Por lo tanto, estos son argumentos muy de contexto y de política de área chica que no dicen mucho. Lo de Izkia Siches debo decir que sí me ha llamado la atención, ha cometido errores algo infantiles ahí donde demostró en segunda vuelta un enorme talento y timing político. Pienso que Boric le debe en gran parte a ella el haber salido Presidente. Es algo medio esquizofrénico, pero, al menos yo, sigo creyendo en que todavía puede aparecer su mejor versión. Es ministra del interior, cierto, en rigor vice-presidenta de la República, no se puede dar gustos ni responder a caprichos, pero es muy inteligente y hábil como para no poder reaccionar a tiempo. Aunque todo lo que digo ahora es completamente contrafactual. Lo veremos. Camila Vallejo, en el otro lado de la vereda y a mi juicio, ha estado impecable. Creo que es quien le ha dado salida, comunicacionalmente, de manera elegante y estratégica, a la falta de manejo que ha podido mostrar el gobierno en casos puntuales.

¿Cómo ves que se comportará el capital político que tiene el presidente Boric a mediano plazo? (según Criteria está en 42%, menos que Piñera en su primer gobierno)

Pienso que el capital político, como dices, no se “comporta” sino que se desplaza de manera poco coherente según los imperativos de una coyuntura política singular. Las encuestas tampoco han sido, para mí, muy confiables. El capital político es itinerante. Hoy Boric puede venir a la baja, pero el próximo mes con solo un movimiento, con una sola medida “popular”, puede subir e incluso dispararse. Ahora, contradictoriamente, este es un Presidente que asume con una enorme épica, que rompe todos los récords, que por mucho tiempo vivió y se mantuvo en un ecosistema mágico e idealizado. Es un gran político, qué duda cabe, tiene un gran sentido de la historia y él mismo se ubica en ella como un agente relevante. No obstante, evidentemente una cosa es el imaginario que se construye de un Presidente electo que le gana a una suerte de proto-fascismo y otra, distinta, es tomar el pandero y empezar a gobernar –ahí vemos que la idealización en política es una inversión de alto riesgo y a corto plazo–. Quien pensara que Boric mantendría el 70% (o más) de aprobación una vez empezado su gobierno estaba en otra órbita. A mi modo de ver él tiene mucho fondo político, es inteligente, calculador en el buen sentido de la palabra y se recupera rápidamente de los virus del día. Esto, pienso, le puede rendir mucho a la larga. Pero hay que decirlo, y esto es otra historia que es parte de una misma historia, el éxito de su gobierno está inexorablemente atado a si se aprueba o rechaza la nueva Constitución. Esto es total y absolutamente cierto. Yo espero que se dé lo primero y que Boric entre e la historia como el Presidente que la promulgue, nadie mejor que él, según yo lo veo, puede ser quien cristalice, finalmente, la entrada de Chile a otro registro histórico. Pero nada es sencillo cuando se le pretende dar la cara a la historia misma, y los poderes fácticos y no fácticos que habitan en un ecosistema reaccionario no dejarán que sus privilegios históricos se evaporen, así como así.

¿Crees que la sociedad chilena mantiene las altas expectativas sobre lo prometido en campaña por el gobierno? ¿El ajuste al salario mínimo contribuye a ello?

Es una buena pregunta porque permite despejar dos cuestiones diferentes. El ajuste del salario mínimo es una medida puntual, accesoria en términos de política pública y que, es cierto, tiene el mérito de traer a contexto la idea general de una sociedad de derechos y no de subvenciones como lo es la del modelo neoliberal. Digamos que es parte del programa. Sin embargo, no habilita necesariamente la consolidación de un proyecto. Un gobierno que pretende transformaciones estructurales no puede ser la suma de medidas particulares que le hagan sentido a la gente solo en el aquí y el ahora (esto es el lavinismo), tiene que tomar decisiones que impacten en un imaginario futuro. Un programa es diferente a un proyecto, insisto. Ahí donde el programa es inmanente el proyecto es trascendente. Bien por el ajuste del salario mínimo, resuelve problemas también específicos, pero las expectativas de un gobierno como el de Gabriel Boric deben estar cifradas en una reconfiguración del vínculo social, es decir en algo extensivo, de largo aliento, donde el mercado deje de ser el núcleo vinculante y nos reconozcamos, finalmente, en algo así como una sociedad. En este sentido es que la tarea es durísima, sobre todo si consideramos que los poderosos y poderosas de siempre, como decíamos, no soltarán el listón tan fácilmente (como me dijo alguna vez el viejo Ángel Parra).

¿Ves que están bien alineados los partidos oficialistas con el gobierno o falta diálogo para alcanzar este punto?

No veo algo así como discolaje (fenómeno político iniciado por MEO) en el gobierno. Los partidos del Frente Amplio, el Partido Comunista y los representantes de la extinta Concertación, han estado más bien cuadrados con el gobierno y el Presidente. Lo que sí es posible evidenciar, es un fenómeno que no se había visto antes y que se relaciona, puntualmente, con el PC. Aparecen algo así como dos almas. Te aseguro que una persona como Camila Vallejo o Karol Cariola están mucho más alineadas con su generación, es decir con Boric y su gobierno que con su propio partido; están más cerca de su época que de su militancia original. Aquí aparece, en el otro costado, la figura de Daniel Jadue que desde la segunda vuelta ha intentado jugar con agenda propia, y no diré desestabilizar, pero sí se ha visto una suerte de pulsión al “yo no respondo a nadie”. Ha tenido algunas palabras de buena crianza, pero mi impresión es que no termina de perder. Su derrota en la segunda vuelta de las primarias le pegó muy duro, y entiende que su única alternativa de volver a ser relevante es construir su propio camino. Creo que es un error y lo veo pataleando solo, yendo a Venezuela, criticando cada decisión del gobierno, en fin. A mi juicio se trasluce con mucha nitidez su decepción por haber sido derrotado y no ser él quien está en La Moneda. 

¿Qué aspectos deberían tener mayor protagonismo en la administración de Boric? (aumento del costo de la vida, migración, seguridad pública, salud pública, derechos humanos, etc.).

Cada uno y todos a la vez. Lo que señalas son los elementos propios que dan forma a una sociedad de derechos, una sociedad más humana, menos robotizada y narcotizada por el despliegue brutal de un mercado que no ha tenido límites en este país. Chile es, probablemente, la sociedad más neoliberal del mundo. Es muy difícil encontrarle quien le compita en esta línea. Sumaría a lo que señalas –rescatando sobre todo la idea de que una potencial nueva sociedad debe estar fundada sobre el respeto intransable por los derechos humanos– la educación pública. Sin duda, y por seguir al sociólogo Pierre Bourdieu en esta dirección, la esfera educativa es el espacio por excelencia de reproducción de la desigualdad desde siempre. Si no logramos estabilizar un sistema educativo inclusivo, donde la mixtura social sea el principio a la base, en el que niños y niñas migrantes, por ejemplo, no tengan que pasar por crueles procesos de desarticulación cultural como los que se evidencian hoy, y en el que el Estado sea quien que rija todo el sistema (esto no implica abdicar de proyectos particulares que son propios de un país diverso, pero todo debería estar coordinado desde el aparato público), la sociedad chilena va a seguir siendo una de las más desiguales del planeta. Esto de la desigualdad no lo digo en términos puramente cuantitativos sino simbólicos; en Chile se confunde, como insiste Carlos Peña, el acceso al consumo y a la obtención de bienes materiales con la igualdad, aunque a nivel estructural lo que opera, más bien, es una agudísima segmentación cultural, educativa, de distinción simbólica, etc., lo que termina por tonificar y organizar una sociedad de individuos profunda y marcadamente segregados. Ahora, atención que para todo esto se necesitan recursos y es aquí donde la reforma tributaria y la figura de Mario Marcel es medular. Chile es un país tributariamente homogéneo, por lo tanto, si no logramos consolidar un sistema que haga que los que ganen más paguen más y sostengan un modelo más igualitario, nada será posible: ni una mejor salud, ni una mejor educación, ni mejores pensiones, en fin. Esta es la llave y la clave que le permitirá a Chile entrar en el perímetro de los derechos sociales. Todo esto hará aparecer un gran elenco reaccionario como lo hemos dicho, por supuesto; elenco conformado por los que no quieren perder ni ceder nada (que son los que más tienen), pero solo así se logran sociedades más sanas, democráticas y solidarias. Para mí la reforma tributaria es la madre de todas las batallas.

¿Cómo ves que los estudiantes sigan en las calles a pesar de que el presidente Boric fue un reconocido dirigente estudiantil? (aumentó en solo un 15% la BAES)

Sería extraño que los estudiantes, secundarios o universitarios, dejaran de movilizarse porque uno u otro gobierno está en el poder. Ha estado en su ADN, siempre, levantar demandas contra lo que sea en momentos determinados. No sé si está en el espíritu de los movimientos estudiantiles que Boric fracase, pero sin duda ven una posibilidad de que con él en el gobierno se abra una ruta para extender más su bitácora de reivindicaciones. “Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción casi biológica” decía Salvador Allende, y no quisiera pensar en que un sector históricamente tan relevante para la sociedad chilena, al que se le deben tantas cosas, tantos cambios, tantos nuevos rumbos, no exigieran lo que consideran justo (aunque a veces no le apunten). En el caso de Gabriel Boric su historia podría definirse como el arco de una desradicalizació       n. Pasó de pertenecer a la izquierda autónoma –movimiento que es una escisión de la Surda la que a su vez deviene de los estertores del MIR– a ser parte del movimiento autonomista y del Frente amplio. Después fue diputado y, para rematar, Presidente de la República. No veo nada de malo en esto. Como decía, Boric es un animal político, y si lo anterior le significa estar en el bando opuesto al que siempre perteneció, pues es porque su hambre legítima de poder así se lo indicó. ¿Acaso alguien pretendía ver a un Boric de 80 años todavía parado arriba del cajón de frutas con el megáfono en la mano hablándole a una masa de estudiantes enfervorizados? No es un traidor ni nada de eso, lo que sí es que va a tener que aprender a estar del otro lado y manejarse con cautela porque los movimientos sociales pueden, sin duda y como ya lo hemos visto, voltear institucionalidades completas. Tienen ese poder.

¿Cómo crees tú debería ser reconocido el aporte de las Universidades No Estatales por parte del Estado?

Como lo que son, un aporte inmenso al desarrollo científico, tecnológico y político del país. Ser no estatales no significa que no seamos públicas y que lo se genere en el interior no tenga una vocación o resonancia pública nuevamente. Somos instituciones que se vinculan con las comunidades regionales, como la UCM, por ejemplo, abriendo espacios culturales, de divulgación del conocimiento, de debate, en fin. No pedimos una institucionalidad paralela, entendemos que es el Estado quien debe ser el principal agente que regule la educación superior, pero por lo mismo nos es legítimo exigir una cancha que se empareje en relación a las universidades del Estado, entendiendo que nuestro rol es clave y capital para el desarrollo del país. Sería una verdadera lástima que, por condicionantes ideológicas y perspectivas obtusas, se desconociera nuestro aporte a lo que ha sido, solo por dar un ejemplo, el proceso constituyente, con el cual hemos estado completamente alineados desde el primer día, leyendo la coyuntura, asumiendo los desafíos, etc. El Estado no debe vernos ni estereotiparnos como universidades de segunda división, y considero que el aporte que se nos hace debe ser simétrico o al menos proporcional. No es mendigar nada, es un asunto de justicia en un contexto en el que las demandas de la sociedad civil deben ser escuchadas y tomadas en cuenta, y nosotros somos definitivamente parte de la sociedad civil. 

¿Ves viable que se terminen o bajen las demandas sociales ahora con un gobierno que dice tener mayor preocupación por la justicia social?

El día que la sociedad se desmovilice dejará de ser una sociedad y entraremos a otra forma de agrupación humana. Una sociedad no movilizada es el sueño conservador de un mundo sin conflictos. Este es un gobierno con una verdadera preocupación por los derechos sociales, la desigualdad, por sortear la racionalidad neoliberal y entonces por la justicia social, de esto estoy convencido. La respuesta de los ya citados sectores reaccionarios que quisieran que todo se mantuviera a su favor, seguirá siendo fuerte e insistente (hay que sumar el increíble despliegue de los medios de comunicación que parecen estar orquestados en armonía perfecta para aportillar todo el proceso). El gobierno de Gabriel Boric tiene que hacer frente a la peor derecha, es decir a la que se ve acorralada por la posibilidad real de tener que distribuir parte de sus privilegios. En una mucho menor escala el escenario es similar al que tuvo que enfrentar Allende. No obstante, esto no quita que la sociedad o lo que llamamos sociedad civil, ciudadanía o como quiera que la titulemos, siga activa, de lo contrario una democracia entra en el quirófano y empieza a respirar artificialmente. No existe la democracia sin antagonismos.

En relación al trabajo constituyente en Chile ¿cómo ves la tensión entre el apruebo y el rechazo hoy?

Está durísimo. Nuevamente las redes sociales, los medios, el empresariado y la derecha política, en perfecto contubernio, han iniciado un camino de sabotaje de la Asamblea Constituyente que tiene un gran alcance. Chile en ese sentido es un país que cambia muy fácilmente de relato, de posición. Es el tiempo, pienso y como lo escribí en una columna, de “defender la sociedad”, tal como se titula un seminario de Michel Foucault. Y defender la sociedad significa aquí defender un poder legítimo y un proceso histórico que debe terminar con una nueva Constitución. Este país no resiste ni un “plan B”, ni “la Constitución de Lagos” o la “Tercera vía”, todos estos eufemismos que nos preparan y condicionan psíquicamente para asumir el Rechazo como una realidad ya establecida. Cada vez más creo en esa frase que dice que “la política se entiende mejor desde Freud que desde Marx”. Es el momento de tomar posiciones, de pararse frente a quienes amenazan el único momento realmente soberano que ha tenido Chile y que, aunque con los problemas propios de una sociedad que no sabe deliberar porque nos acostumbraron al consenso del lobby donde las decisiones se negociaban tras bambalinas, de no resultar sería, quizás, la mayor ironía histórica que habremos vivido como país. No hay que olvidar que esto costo vidas, pérdidas, dolores, cárcel, en fin. Mi miedo es precisamente a la memoria de cartón que nos caracteriza y que nos hace perder de vista lo importante; y en este caso lo importante es nada menos que el futuro.

Sobre el plebiscito de salida ¿Qué significaría si gana el rechazo?

Una catástrofe. Chile entraría en un franco proceso de descomposición. Habría una desatada furia callejera, depresión, la vuelta triunfante del guzmanismo y el regreso a una Constitución inmoral. Ni hablar del camino que se le despejaría a Kast y su 44% de cara a una próxima presidencial. Probablemente el gobierno de Boric sería inconducente y Chile, otra vez, se habrá farreado la posibilidad de abandonar su autoritarismo genético y nada más: cerrar por fuera.

Síguenos en Twitter