Queridos amigos,
Es desgarrador enterarme y tratar de entender la muerte de Sebastián. Por motivos de mi cargo venía volando a una cumbre en Quito, Ecuador y al aterrizar leo los miles de mensajes de muchos de ustedes. Es de esas noticias difíciles de creer y que te remecen al saber que son verdad.
Una vida juntos me obliga a testiguar la importancia de Sebastián Piñera: sin duda fue un hombre extraordinario. En el plano privado siempre profesó un amor inmenso por Cecilia, sus hijos y su familia, además fue un amigo incondicional de sus amigos.
Cuando las circunstancias eran adversas siempre estaba presente. Sebastián adoraba la vida, tenía una curiosidad infatigable, era un lector voraz y un apasionado como nadie por la historia. Se destacaba como un genuino conocedor, hasta en los detalles, de la Guerra del Pacifico.
A su inteligencia superior le sumaba el afecto por todos aquellos con los que interactuaba. Tenía una devoción por formar jóvenes y era un organizador nato de equipos humanos. En el plano público fue un académico brillante, un visionario empresario, un parlamentario sobresaliente y un gran presidente de la República. Sin duda, pasará a ser una de las principales figuras en la historia de nuestro país.
Tenía una personalidad versátil, pero el hilo conductor de su vida fue el servicio público. Sebastián amaba profundamente a Chile y su mayor honor fue servir a su país en dos oportunidades, tarea a la que dedicó todas sus energías y talentos. Su partida es, sin duda, una pérdida inmensa para Chile; pero, con su legado, siempre estará presente.
Queridos amigos, en las próximas horas llegaré para que juntos lo despidamos como él se lo merece.
Con mucho cariño,
Andrés Allamand